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El domingo 22, Emociones

Pordiario5

Feb 7, 2015

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Carlos Mello y el equipo de Emociones Rock

El domingo 22, el público de la Ciudad de Buenos Aires acostumbrado a tomarse un ratito en la mañana para la reflexión y el conocimiento acerca de cuanto item sea pasible de destacar sobre inclusión, volverá a tener la oportunidad de estar atento a uno de los programas radiales más claramente aferrados a los temas relacionados con la vida de las personas con discapacidades, sus familias y allegados: Emociones Rock.

El año pasado, cuando vimos que en la televisación del arranque de la Copa del Mundo en Brasil, obviaron tomar en cámara,  en el momento preciso, el movimiento que realizaba un chico con discapacidad que había sido «revestido» con un magnífico exoesqueleto expusimos enérgicamente nuestra queja por la pena que dio la pérdida de que los millones de televidentes que veían el acto inaugural, se perdieran de ver la prueba de las posibilidades que la robótica podría generar para que las personas con movilidad reducida, en el futuro puedan ser asistidas por tecnología que responda a su pensamiento

Carlos Mello presenta un editorial especial en cada arranque de Emociones Rock, en las mañanas de domingo, minutos después de las 08.00. Su aporte es tan valioso que pocas veces nos ponemos a dimensionarlo como se lo merece. Cada asociación entre la realidad y su criterio idealista deja en claro el cúmulo de soluciones a nuestro alcance, que somos casi incapaces de de percibir.

Su defensa de la vieja radio de Onda Corta –y por ende, de RAE- no es un capricho de apilador de melancolías. Habla claramente de un una posición soberana como país: internet es maravillosa y las emisoras que se montan online establecen una variedad comunicacional prácticamente infinita, pero el exclusivo sometimiento a los protocolos actuales de conectividad nos ubica, como país, fuera del pelotón de naciones que mantiene vigente toda opción de demostrar al mundo que le da valor estratégico-cultural a los recursos tecnológicos que dependen 100% de sí mismos.

Aunque se los considere dispositivos vetustos, los transmisores y receptores de SW son, en realidad, la única tecnología de comunicación instantánea en el mundo independiente de los costos satelitales. Si existiesen campañas pro conciencia que hagan hincapié en lo profundo de esta valoración, arraigadamente cultural, los países de gran inclinación por lo propio elevarían la defensa de sus comunicaciones nacionales radiales al status de respeto del que gozan los himnos patrios.

La militancia de Carlos Mello a favor del trabajo de sus colegas comunicadores de cuanta temática referida a las diversas formas de discapacidad/capacidad especial, algunas veces suele ser confundida con su otra militancia, la que conocemos todos, la que nos lleva a proceder políticamente.

Si este legítimo proceder de Mello generase, en la fantasía del argentino volátil y de juicio veloz (que suele dictar sentenciar en asados domingueros, en playas y en filas de supermercado) un beneficio para algún dirigente que lo escucha y con el que él simpatiza, corre el riesgo entonces de cargar con el mismo prejuicio con que habitualmente se lapida a corruptos, a deportistas que pasan de la gloria al ocaso o al sospechado de adulterio en detrimento de algún ídolo popular.

A pesar de esa injusticia ya comprobada y siempre latente, el conductor siempre deja en el aire (primero el que respiramos en el estudio y luego el “eter”) un perfume de progresismo de una autenticidad tan comprobable como la que cualquier fanático de los perfumes franceses sabría chequear.

No estamos seguros de que el ideal de Carlitos incluya tener la oportunidad de introducirse en un exoesqueleto que le permita patear una pelota. En cambio, si le damos pelota y lo incluímos, tendremos la oportunidad de introducirnos en sus ideales y ahí, estamos seguros, nos patea el esqueleto. La cita será los domingos de 8 a 10 de la mañana en la FM 93.7 Nacional Rock, Buenos Aires, desde el domingo 22 de febrero.

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