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Pueyrredón, sostén político del cruce de los Andes

Pordiario5

Ene 24, 2017

Placa recordatoria de la incidencia de Pueyrredón en la campaña de San Martín
En el monumento a Pueyrredón, en Flores, la Placa recordatoria de su incidencia en la campaña andina de San Martín

Juan Martín de Pueyrredón es uno de los personajes de la historia argentina más ambiguos y controversiales de los que se pueda obtener información. Fue director Supremo (cargo con nombre insoportable para una nación naciente que pretende federalizarse y republicanizarse) de las Provincias Unidas en la etapa en la que era necesario tomar la decisión de apoyar o no al impulso militar más audaz que haya conocido hasta entonces: cruzar la cordillera de Los Andes para emprender batallas contra los realistas que gobernaban Chile y derrotarlos para ir por más, nada menos hasta Lima, en Perú, pergeñado por el General San Martín.

En momentos de cumplirse 200 años de aquella insólita y descomunal maquinaria destinada a transformarse, para la historia, en uno de los grandes sucesos de la Libertad de América, vale la pena, también, hacer foco en el gobierno que tenía el país y qué y cuánto hizo por la campaña de Los Andes.

Si bien el director Pueyrredón portaba una historia política aceptable para la franja patriótica conciente de la arriesgada maniobra sanmartiniana, dejaba muchas pruebas de un unitarismo que poco se condecía con el espíritu que reinaba en el país profundo, como andamiaje político e ideológico para hacer crecer a una Nación que, en la mayoría de sus rincones, aspiraban a un federalismo pleno que y pusiera a trabajar codo a codo a unas provincias con las otras, Buenos Aires incluída.

Muchas de las ambigüedades de Juan Martín de Pueyrredón se remiten a sus extrañas combinaciones de pensamiento, como pertenecer a una logia masónica, estar a favor de que se establezca una monarquía en estas tierras, crear el Ejército de Los Andes para libertar a los países del Oeste con aumento a los impuestos adaneros y perder la Banda Oriental por no tener recursos económicos para defenderla de la invasión portuguesa.

Con todo, Pueyrredón apostó a San Martín, enviándole lo que pudo y soportando en Buenos Aires una presión política que él mismo había ayudado a incrementarse, con varios frentes abiertos de peleas con los opositores federales, con quienes fue implacable: A Feliciano Chiclana lo desterró dos veces. Chiclana volvió de los Estados Unidos antes de que Pueyrredón dejara su cargo y partió a Mendoza. En ese destierro, Chiclana se vincula con los Indios Ranqueles, con quienes establecerá un acuerdo pacífico en 1819, ya bajo el directorio de Rondeau

La historia se encargó de entregarnos un promedio que termina favoreciendo a Pueyrredón, hombre que, con sus impulsos de hombre poderoso y arquetipo del voluble mandón oriundo de una familia pudiente, se entregó fervorosamente a la causa de la Revolución de Mayo y luego, con la misma pasión, aportó su cuota -significativa, sin duda- a las divisiones aún no conciliadas de la Argentina.

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